martes, septiembre 12, 2017

La cumbia con sello chileno se impone en Fiestas Patrias

El Mercurio

Esta época reabre el debate sobre el origen de la música que suena en las fondas. Los hechos confirman que los ritmos centroamericanos se han adaptado localmente para ser los más populares.  

Por Raimundo Flores 

Un largo camino ha recorrido la cumbia para convertirse en un indispensable de las fiestas dieciocheras. Fue en los 60 cuando un hasta entonces desconocido ritmo tropical comenzó a filtrarse en la sociedad chilena. Los primeros artistas que la introdujeron venían desde afuera. La cantante colombiana Amparito Jiménez y el venezolano Luisín Landáez llegaron separadamente a Chile dando a conocer los ritmos que predominaban en sus tierras.

Paralelamente, en Argentina comenzaban a brillar Los Cinco del Ritmo y Los Wawancó, banda con integrantes de Costa Rica, Perú, Colombia y Chile. En 1965 un grupo chileno, La Sonora Palacios, que en ese entonces tocaba boleros, realizó una gira por el país trasandino, donde conocieron a estas agrupaciones y decidieron tocar en Chile lo que habían oído en su gira. "En ese tiempo las sonoras tocaban chachachá o guarachas, pero no cumbia. Cuando la Palacios pegó, empezaron a salir un montón de sonoras, fuimos los primeros en empezar a meter ese ritmo en Chile", recuerda Tommy Rey, en ese tiempo vocalista de la banda.

El éxito y la popularidad de los ritmos tropicales siguió sin grandes cambios hasta fines de la década de los 90, cuando un grupo de artistas llevaron la cumbia a un nuevo sitio. Joe Vasconcellos incluyó en su disco "Toque" (1995) la canción "Las seis", un homenaje a las antiguas orquestas tropicales y que llevó la cumbia a un público más rockero. Una transformación que, según el mismo Vasconcellos, se completó con la aparición otro popular grupo en 2001: "Yo le adjudico a Chico Trujillo la cumbia con pinta de rockero. Ese fenómeno abarcó a un público gigantesco que estaba huérfano de algo".

De ahí en más, la música tropical chilena comenzó a revestirse de nuevos seguidores y sonidos que han generado una identidad propia. Este fenómeno se refleja más que nunca en la actualidad del género en Chile, donde una nueva generación de artistas ha cosechado éxitos sin temor a la fusión de estilos. "Cómo se toca la cumbia acá, las cosas que se hablan, cómo se metió la guitarra eléctrica e incluso cómo hacemos reggaetón dista mucho de lo que se hace en Centroamérica", dice Camilo Zicavo, uno de los vocalistas de La Moral Distraída, que mezcla ritmos tropicales con sonidos urbanos.

En el caso de Villa Cariño, su último disco "Despertar" experimenta con otros géneros latinoamericanos como el dembow y el huayno, aunque sin dejar su esencia chilena. "El hecho de que se haga aquí en Chile ya la hace distinta; sin embargo, en nuestro caso nosotros tratamos de captar los colores de toda la América latina" explica Max Vivar, vocalista del grupo.

En las fondas

Más allá del eterno debate sobre la predominancia de los ritmos tropicales durante las festividades dieciocheras sobre la cueca, los hechos indican que su popularidad está lejos de reducirse. "La cumbia es más popular y vende más en la discotheque , entonces tiene mucha más cabida. Esto amplía nuestro espectro musical como chilenos y enriquece nuestra identidad", afirma Sebastián Rojas, conocido como Don Cupón, vocalista del grupo Sondelvalle.

Además de la razón económica, el triunfo está dado por un hecho más simple: lo fácil que es bailarla. "Es difícil bailar cueca y, cuando toca un grupo folclórico, la gente a la media hora tiene ganas de bailar música más conocida. La cumbia nunca va a reemplazar a la cueca, pero llega a todos lados", dice Tommy Rey. Camilo Zicavo agrega: "El chileno busca ritmos que sean propositivos para el cuerpo y para el baile, y en la música del trópico se encuentra un lugar muy abordable y muy fácil de bailar".

El musicólogo y director del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado Juan Pablo González considera también que en el gusto por la cumbia se esconde una aspiración del chileno: "Hay una cierta sobreactuación, de sentir que tenemos sabor y que formamos parte de un mundo tropical que nos fue ajeno, que tratamos de integrar como podamos porque sabemos que de ahí viene todo lo bueno en el ámbito de la festividad".

No hay comentarios.: