lunes, enero 13, 2014

La nueva visita de Tom Dillehay al sitio de Monteverde

El Mercurio

Candidato de la Unesco a Patrimonio de la Humanidad, el sitio de Monteverde, en Puerto Montt, convertido en referente arqueológico mundial al demostrar que el hombre habitó América varios milenios antes de lo que se creía, acaba de ser reexcavado por un equipo liderado por el arqueólogo norteamericano Tom Dillehay, quien desde los años 70 ha dirigido las investigaciones en la zona. Los trabajos arrojaron nuevas evidencias de la posible presencia humana hace 30 mil años y detectaron un poblamiento intermedio, hasta ahora desconocido, entre este poblamiento antiguo y el ya conocido de unos 14 mil años. Permitieron, además, demarcar los límites del yacimiento y las zonas utilizables para un eventual centro de visitantes en este enclave, el que, a pesar de su importancia, no ha contado con las medidas básicas de manejo y protección.

Rosario Mena

Por largos años, y pese a su importancia, Monteverde, una localidad rural ubicada 28 kilómetros al oeste de Puerto Montt, donde a mediados de la década del 70 se inició el estudio de un poblamiento humano hace 14 mil años y posteriormente se halló un primer nivel fechado en más de 30 mil años, ha enfrentado la desidia de las autoridades y la ignorancia del público chileno. Hoy, su posible declaratoria como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y la intención del nuevo alcalde de la ciudad de convertirlo en un sello identitario incorporado a la educación municipal, que potencie el turismo arrebatado por Puerto Varas y Chiloé, alimentan las esperanzas de revertir la indiferencia hacia este valioso patrimonio.

Un centro de visitantes en terreno y un museo en Puerto Montt -que desde hace décadas ha intentado impulsar la Fundación Monteverde para, en primer término, proteger el sitio, además de conservar y exhibir las piezas guardadas en bodegas de la Universidad Austral de Valdivia- hoy cuentan con el apoyo de la Municipalidad de Puerto Montt. Iniciativas que implican negociaciones y cuantiosos recursos y que -junto con la elaboración de material educativo que ya ha sido incorporado en los colegios municipales, la asignación de un guardia para el sitio y la realización de un documental- aspiran a poner en valor este referente de la arqueología mundial.

"Ha sido un error histórico no darle a Monteverde la importancia que merece. Vamos a trabajar en conjunto con otras instituciones públicas y privadas, con la comunidad, con las empresas, con las universidades. Yo estuve con Michelle Bachelet y le hablé de esto y ella me confirmó su interés, así que creo que contaremos con el apoyo del gobierno central", afirma el alcalde Gervoy Paredes (PS), quien ha implementado una Oficina de Patrimonio Comunal para centralizar las gestiones.

Patrimonio de la Humanidad

Declarado Monumento Histórico en 2008, el sitio acaba de ser reexcavado, el pasado mes de diciembre, con motivo de su candidatura a Patrimonio de la Humanidad de Unesco, con el objetivo de delimitar las zonas arqueológicas y aquellas utilizables para instalaciones museográficas y áreas de visitantes, además de continuar con las investigaciones. Los trabajos, que contaron con el apoyo de la National Geographic Society, la Universidad de Vanderbilt, la Fundación Monteverde, el Consejo de Monumentos Nacionales y el municipio de Puerto Montt, fueron liderados por el arqueólogo norteamericano Tom Dillehay (uno de los más profundos estudiosos de la cultura mapuche), quien, junto al geólogo chileno Mario Pino, ha llevado a cabo desde el principio las investigaciones de este sitio, descubierto gracias a un alumno que en 1975 llegó con una quijada de mastodonte encontrada en el lugar a la Universidad Austral de Valdivia, donde Dillehay ejercía como académico.

Fogones, estacas que sostenían los extremos de la tienda de cuero que sirve de habitación -muy similar a la vivienda tehuelche, de la Patagonia sur-, bolos masticatorios de plantas y algas medicinales, papas chilotas, huesos de mastodonte y trozos regulares de carne de animales del pleistoceno han sido hallados en la zona de Monteverde II, conservados gracias a la capa de turba, formada por la carbonización parcial de la materia vegetal de los pantanos, que impide la oxigenación. A ellos se suman herramientas de piedra y madera, fragmentos de proyectiles y bolones de piedra, además de unas pisadas humanas grabadas en un trozo de arcilla.

La reciente excavación arrojó nuevas evidencias de un poblamiento hace más de 30 mil años. Sin embargo, Dillehay, el mismo que se atrevió a desafiar una verdad sostenida por 50 años, en base a sus hallazgos criticados por mucho tiempo y que finalmente le valieron el reconocimiento internacional, se muestra prudente al respecto: "Tenemos elementos de piedra que claramente parecen artefactos hechos por el hombre y carbón asociado a ellos fechado en 30 mil años, y las fechas encontradas en otros lugares de América nos indican que es totalmente factible, pero de todos modos debemos descartar todas las alternativas, para vincular de manera concluyente la presencia humana en ese espacio y tiempo".

"Se descubrió, además, una ocupación intermedia, la que podría tener cerca de 17 mil años de antigüedad", según Dillehay, lo que avala la idea de que el sitio -inicialmente la playa del estero Chinchihuapi, un afluente del río Maullín, que posteriormente drenó para transformarse en un lecho pantanoso- habría sido ocupado en distintos períodos por grupos nómades. Ello complejiza las investigaciones. "Probablemente eran grupos que se desplazaban constantemente y que tenían relación con otros grupos, lo que explica la presencia de minerales de Los Andes y algas de zonas costeras alejadas. Es muy posible que transitaran por la costa y se internaran orillando los ríos. Hay vínculos con Chiloé que han sido muy poco estudiados. Estamos recién comenzando a comprender. Es un sitio muy complejo, que me sorprende cada vez que vuelvo", afirma el científico.

Mientras se suman las pistas acerca de cómo eran, de dónde vinieron y cómo pudo haber sido la vida de aquellos primeros hombres que pisaron territorio chileno, se multiplican también las preguntas. Interrogantes que se extienden al tema del poblamiento de todo el continente, donde solo se han encontrado 3 esqueletos humanos asociados a ocupaciones de más 10 mil años. Se esgrimen distintas hipótesis para explicarlo, entre ellas "las prácticas mortuorias, que podrían haber incluido la incineración de los cadáveres o su entierro lejos de los campamentos, o incluso el canibalismo y las extinciones de poblaciones", según explica el arqueólogo.
Chile comienza en Monteverde

La frase "Chile comienza en Monteverde", acuñada por el escritor Ariel Dorfman, sirve de leitmotiv a los "monteverdistas" -un grupo creciente de personas e instituciones que desde diversos ámbitos y ocupaciones está interesado en la promoción y estudio de su patrimonio arqueológico- y al propio Dillehay: "Este es un patrimonio no sólo de Chile; de hecho, es anterior a Chile. Es un patrimonio de todo el mundo, un sitio de referencia internacional para los arqueólogos, y uno de los sitios donde se conserva la materia orgánica más antigua del planeta. Hay que preservarlo para los arqueólogos del futuro y construir el museo. Yo no entiendo por qué los chilenos y los puertomontinos no abrazan esta causa. Yo ya hice mi parte científica, ustedes tienen que hacer la suya", emplaza el profesor de la Universidad de Vanderbilt.

Las piedras de Monteverde

El desafío no es menor ni son pocas las piedras del camino. Obstáculos por sortear que no han podido superarse en años, y que dicen relación no sólo con la falta de interés y apoyo por parte de las autoridades y la comunidad, la carencia de una gestión profesional de los proyectos y los cuantiosos recursos económicos que se requieren, sino que también con la dificultad del Estado de invertir en terrenos privados.

El museo en Puerto Montt tendría un costo de 8 mil millones de pesos y se proyecta emplazarlo en el borde costero (frente a la Isla Tenglo), para lo que se requiere la concesión por parte de la Armada, condicionada a la regularización de una deuda que el municipio mantiene con la institución naval desde la anterior administración. Por su parte, el centro de visitantes, valorado en unos 200 millones de pesos, contempla la adquisición de dos hectáreas aledañas al sitio arqueológico a 28 kilómetros de Puerto Montt, las que se sumarían a una hectárea que actualmente pertenece a la Fundación Monteverde. En tanto, 7 de las ocho hectáreas que forman parte del sitio se ubican dentro del predio del senador Carlos Kuschel, (RN) quien no tiene intención de venderlas ni cederlas.

"Nosotros vamos a formalizar la petición para que esos terrenos sean vendidos o cedidos en comodato a alguna institución del Estado", afirma el alcalde. Por su parte, Kuschel, quien, movido por su interés arqueológico adquirió 103 hectáreas de terreno en el año 86, veinte años antes de su declaratoria como monumento histórico, afirma: "No he cortado un solo árbol, he protegido el sitio y siempre he dado las facilidades para las excavaciones y estudios". Algo que el propio Dillehay reconoce: "No se puede negar que si él no hubiera sido dueño, seguramente el sitio estaría peor".

Oriundo de Frutillar, ingeniero comercial, académico y ex alto ejecutivo de TVN, Kuschel es coleccionista aficionado de arqueología mapuche y de otros lugares del mundo. En el 2000 instaló en Puerto Montt el, hoy inexistente, Museo de Piedras Indígenas Monteverde para exhibir su colección personal. Con el fin de ofrecer a los visitantes información sobre las excavaciones, construyó en el sitio arqueológico una choza que, aunque ya no funciona, continúa siendo un elemento que identifica al lugar. "Me fue tan mal que dejó de funcionar. Mi idea es hacer un gran museo, pero la verdad es que no hay apoyo. Ahora que ya no seré senador, quiero hacer un gran proyecto turístico", afirma el parlamentario que en las pasadas elecciones no logró renovar su cupo senatorial.
Aún queda por aclarar qué ocurrirá con la propiedad intelectual de la marca Monteverde, la cual habría sido inscrita por el senador y posteriormente reclamada por Dillehay, a quien pertenecen actualmente los derechos.

El anhelado museo

Por su parte, el Museo Arqueológico Monteverde, en Puerto Montt, impulsado por la fundación homónima en colaboración con el Municipio de Puerto Montt, ya cuenta con un proyecto arquitectónico desarrollado por el arquitecto Jorge Lobos, y uno museográfico, elaborado por la oficina especializada Amercanda. Con una superficie cercana a los 3.200 metros cuadrados, distribuidos en tres niveles y un auditorio subterráneo, con varios tragaluces y un gran ventanal con vista al mar, contempla además la construcción de un parque que contribuya a valorizar el entorno del borde costero. De estilo modernista, estructuras de hormigón, maderas nativas, y recubrimientos de cobre, el edificio aspira a ser un hito urbano de la ciudad.

Las instalaciones se ajustan a altos estándares de conservación, control de temperatura y humedad necesarias para preservar y exhibir el patrimonio arqueológico de Monteverde, y la museografía entrega los contenidos emanados del sitio, utilizando recursos visuales y tecnológicos para contactar al público con los temas del poblamiento de América y sus culturas ancestrales, insertos en el paisaje y la identidad local.
"Nosotros partimos con la idea de construir un museo en Monteverde mismo -señala el presidente de la Fundación, Eduardo Alvar-, pero al poco andar nos dimos cuenta de que tenía que hacerse en Puerto Montt, por razones de conservación y seguridad de las piezas y también por el flujo turístico en la zona, que llega a Puerto Montt y va hacia Puerto Varas, los lagos Llanquihue, Todos los Santos y los Saltos de Petrohué. Revertir este flujo solo por un museo es extremadamente complejo y cuesta demasiada plata, es inviable. La idea no es tener piezas, en el sitio mismo, sino hacer un parque temático, recreando las condiciones botánicas, un bosque del pleistoceno tardío con muestras museográficas que den cuenta de la historia de la excavación".

"Vamos a hacerlo por etapas, levantando distintos fondos y también con presupuesto municipal", señala el alcalde PS, quien desde su puesto de concejal, en la administración anterior, centró su agenda en el tema del turismo y hoy ha elegido a Monteverde como eje de su plan integral de desarrollo turístico, elaborado por la Universidad de Los Lagos.

Proyectos que, según Dillehay, dependerán en definitiva "de la voluntad del Estado de Chile" y de que "Chile y Puerto Montt por fin abracen este sitio que es famoso en todo el mundo, menos aquí".
Por lo pronto, el arqueólogo insiste en la urgencia de tomar medidas para proteger el sitio. "Yo estoy un poco cansado de luchar durante más de treinta años para que se pongan muros de contención y se aumente la seguridad. Recorrí muchas oficinas y todo el mundo decía que haría algo y nadie hizo nada. Mucho de Monteverde ya se ha perdido para siempre".


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