martes, septiembre 03, 2013

La buena salud de la Nueva Canción Chilena

Nota del Editor de PuroChilemusical:

  El autor de este ensayo publicado en El Mercurio ya nos tiene acostumbrados a opiniones antojadizas que las presenta como hechos certeros en sus publicaciones. Debido a lo anterior   expreso lo sgte:´

Después de leer este ensayo me queda la duda en  ¿cómo se puede determinar que un disco grabado el 63, inedito por 8 años, editado el 71 es origen de un movimiento que se desarrolló con fuerza a mediados de los 60. 

Puede darse ese pie forzado?, 

o mejor dicho el origen del movimiento se debe a la creación de Violeta difundido tanto en sus interpretaciones en vivo, como en la de sus hijos desde principios de los 60, incluyendo además que una pequeña muestra de este repertorio fue grabado y publicado en Chile en el LP Toda Violeta Parra por la Odeón y que al no quedar inedito debió tener un impacto profundamente mayor a la de un disco inédito?

Si tomamos como valida la hipótesis de este articulo, como valorariamos la edición del disco compilatorio realizado el año pasado por la EMI, en la cual nos muestra por ejemplo que la Canción La Carta también fue grabado para la Odeón, al igual que una gran parte de las canciones registradas para Orión en Francia, ?

Además una acotación, el concepto de Nueva Canción fue utilizado por un manifiesto publicado por Patricio Manns el año 1966, tomando esto como consideración, ¿cómo se puede dar el crédito de este concepto a un festival realizado a partir de 1969?

http://manns.cl/web/index.php?option=com_content&task=view&id=44&Itemid=37


Y por ultimo, extrapolando el caso, tomando como valida la hipotesis, ¿cual sería la opinión del autor sobre el Impacto del album Smile de Beach boys sobre el desarrollo de la música psicodelica en la decada de los 60, siendo que este disco fue registrado entre el año 1966-1967 y editado oficialmente el año 2011?

Los invito a leer bajo su responsabilidad estos delirios de JPG sobre la Nueva Canción Chilena.

Atte.

Víctor Tapia
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El disco que Violeta Parra grabó en París (1963) es considerado el inicio de la Nueva Canción Chilena.

Es la música nacional que mayor impacto ha tenido en el mundo, pero que casi no tocan en la radio; que se ha convertido en modelo, pero fuera de Chile, y que ha duplicado el número de algunos de sus grupos, pero por sus divisiones internas. Su impulso renovador, de raíces múltiples y de contenido crítico, se mantiene vigente en la tercera generación de cantautores chilenos.

JUAN PABLO GONZÁLEZ Universidad Alberto Hurtado

Hace cincuenta años se experimentaba en Chile un acelerado proceso de transformación de la música ligada al folclor. Esta música y sus artistas tenían una atención permanente de los medios, que manifestaban interés y curiosidad por una renovación liderada por figuras como Violeta Parra, Rolando Alarcón, Raúl de Ramón y por el Neofolclor en general. La próspera industria musical chilena de comienzos de los años sesenta había encontrado un nicho para los jóvenes interesados en el folclor, que eran muchos y que con un par de guitarras, un bombo y algunos ponchos vocalizaban acompañamientos de resbalosas, periconas o trotes con procedimientos inspirados en el boom del folclor argentino. Nueva Ola y Neofolclor primero y Nueva Canción después. Todo nuevo.

ANIMACIÓN EN LA "PEÑA DE LOS PARRA" Isabel y Ángel sirven el vino, con Marta Orrego en el medio. Todo un retrato de una época y una música.

La canción, forma poético-musical omnipresente a lo largo de la historia, se había hecho juvenil en los años sesenta, concepto rápidamente cooptado por los medios y la industria y transformado en sinónimo de romance y diversión. A esa canción catalogada de liviana e intrascendente es a la que apuntaban los dardos del concepto Nueva Canción Chilena. Ricardo García acababa de renunciar a la animación del Festival de Viña por disconformidad con la avalancha de baladas románticas que llegaban al festival cuando acuñó el término Nueva Canción Chilena. Este sería el nombre del festival que organizó en la Universidad Católica en julio de 1969 con el respaldo del rector Fernando Castillo Velasco.

Ese festival, uno de cuyos galardonados fue Víctor Jara, con su "Plegaria a un labrador", era la partida de bautismo de una forma de hacer canción que había nacido seis años antes con un disco inédito grabado por Violeta Parra en París. Ese disco sólo saldrá a la luz cuatro años más tarde de su trágica muerte, en los suburbios de La Reina en febrero de 1967.

DISCURSO En la medida en que la política penetraba todos los ámbitos de la vida nacional, se ensanchaba el discurso de la música, vinculándose a los procesos sociales que vivía el país. En la imagen, Ángel Parra, Patricio Manns y Rolando Alarcón.


La partida de nacimiento

Si bien a fines de los años cincuenta Violeta Parra ya anunciaba una renovación importante de la canción popular chilena, fue el disco que grabó en París en 1963 el que es considerado como la partida de nacimiento de la Nueva Canción Chilena. Este disco incluye canciones de claro contenido social y de una profunda dimensión poética, que incorporan libremente influencias folclóricas diversas y que han resistido el paso del tiempo. Entre ellas se encuentran clásicos fundamentales de la música popular chilena y la Nueva Canción, como "Según el favor del viento", "Arauco tiene una pena", "La carta", "Qué dirá el Santo Padre" y "Arriba quemando el sol". En estas canciones Violeta plasma una mirada crítica del presente, redefiniendo el espacio social de la nación y a la propia canción popular. No es posible quedar indiferentes después de escuchar canciones como éstas.

Sin embargo, el disco parisino sólo fue publicado ocho años más tarde y con el sugerente título de "Canciones reencontradas en París". La ciudad luz como lugar de origen de este nuevo canto y la acción de reencontrar como sino de esas grabaciones, que seguirán siendo reencontradas por el público en sucesivas ediciones realizadas por cinco sellos diferentes tanto en Chile como en Francia. En un gesto único en la producción de música popular, el listado y los nombres de las canciones han ido modificando en esos nuevos reencuentros, haciéndonos sentir que encontramos algo nuevo en cada edición de las canciones reencontradas en París.

La partida de nacimiento de la Nueva Canción Chilena pudo haber sido el secreto mejor guardado de Violeta Parra si ella no hubiera cantado esas canciones en sus múltiples presentaciones en Europa y América. Sus hijos también las cantarían. Se trata, entonces, de una partida de nacimiento transmitida en forma oral, cara a cara, con solo la memoria y el recuerdo para atesorar y recrear una canción. Tal como sucede en el folclor.


BAUTIZO.- Ricardo García es el locutor que habría acuñado el término "Nueva Canción Chilena". Renunció a la animación del Festival de Viña, molesto por la avalancha de baladas románticas.


Nuevos modos de hacer canción

A diferencia de la mayor parte de la música popular latinoamericana, surgida de una larga práctica anónima y marginal, la Nueva Canción Chilena nacía en un estudio de grabación en París, era bautizada como tal en la Universidad Católica, y contaba con el respaldo inmediato de los medios de comunicación y la industria de la cultura. Esto permite entenderla, más que como un género musical, como un movimiento que busca el desarrollo y propagación de nuevos modos de hacer canción.

Los cambios que estaban ocurriendo en la cultura popular en los años sesenta producían una música más consciente de sí misma, que se planteaba problemas de renovación del lenguaje cercanos a los de la esfera del arte. Al mismo tiempo, en la medida en que la política penetraba todos los ámbitos de la vida nacional, se ensanchaba el discurso de la música, vinculándose a los procesos sociales que vivía el país. Entre 1963 y 1973 Chile fue líder en la renovación de la canción de contenido social en América Latina, con la aparición de cantautores y conjuntos que contaron con apoyos desde el campo del arte y la cultura, la política y la industria, enriqueciendo el cancionero popular chileno con un canto que aportaba nuevos contenidos y formas.

INTI-ILLIMANI


El Golpe de Estado pudo haber producido el fin de la Nueva Canción Chilena. La muerte de Víctor Jara, el clima de persecución y censura que imperó en el país y el exilio de sus principales exponentes caían como lápida sobre el movimiento. Sin embargo, la Nueva Canción no murió. Hasta fines de los años setenta, sus músicos participaron activamente en las múltiples actividades de solidaridad con Chile organizadas en el mundo, con la esperanza de regresar pronto a su patria. Pero esto tampoco fue así, y el exilio se prolongó más allá de lo esperado.

Las familias fueron creciendo, se formaron nuevos grupos y los músicos empezaron a encontrar nuevas fuentes de inspiración de acuerdo a sus nuevas vivencias. Muchos de los chilenos exiliados no abrieron sus maletas hasta recién comenzada la década de 1980, como figurativamente se señala. El exilio era una dolorosa realidad que se hizo presente en canciones como "Vuelvo", de Inti-illimani; "Ni toda la tierra entera", de Isabel Parra; "Cuando me acuerdo de mi país", de Patricio Manns, y "Vuelvo para vivir", de Illapu.

Inti-Illimani y Quilapayún continuaron ampliando el rango de influencias que había iniciado Violeta Parra a comienzos de los años sesenta también en Europa, incorporando elementos del folclor mediterráneo e invitando a músicos locales a tocar con ellos. Es así como alcanzaron pleno reconocimiento en la escena musical europea, ofreciendo una particular síntesis de la música latinoamericana con interpretaciones de alto nivel artístico.

QUILAPAYÚN.-  Al igual que otros grupos, continuó ampliando el rango de influencias que había iniciado Violeta Parra en Europa.


Ni vejez ni olvido

Con el retorno de la democracia, en 1988, la mayor parte de los músicos chilenos del exilio regresaron a vivir a su país, siendo calurosamente recibidos en Chile y reintegrados a la vida cultural de la nación. Sin embargo, nuevos escenarios sociales, políticos y culturales cambiaban la orientación de las nuevas generaciones, que ahora permanecían atentas a la escena del pop-rock. La Nueva Canción Chilena perdía cobertura medial y atención pública. Ese pudo haber sido el primer síntoma de vejez.

Sin embargo, la principal vertiente innovadora de la canción popular chilena se negaba a envejecer. De hecho, muchos grupos y solistas surgían bajo su influjo, pues la Nueva Canción se había vuelto canónica para el desarrollo de una canción de autor en libre diálogo con tradiciones musicales de origen diverso. La Nueva Canción Chilena pudo morir, pero continuó viviendo con fuerza; daba señales de envejecer, pero se transformó en canónica; y desapareció de los medios de comunicación mientras continuaba renovándose como si quisiera desprenderse de la inmutabilidad de su propio canon, recobrando el dinamismo que siempre la caracterizó.

La renovación generacional que han tenido los grupos de la Nueva Canción, produciendo nuevas alianzas al interior de la escena musical nacional, corre a la par de la aparición de una tercera generación de cantautores, donde abundan las mujeres, nietas artísticas de Violeta Parra. Esta nueva generación es la que contribuye a seguir expandiendo las raíces de la canción popular chilena, haciéndolas ahora hidropónicas, pues se alimentan de un folclor desprovisto de territorio o globalizado. A cincuenta años de su secreto nacimiento y a cuarenta de su forzado periplo por el mundo, la Nueva Canción Chilena goza de buena salud.

 Los nietos y nietas después de 50 años

En la actualidad, el impulso renovador, de raíces múltiples y de contenido crítico de la Nueva Canción Chilena, se mantiene vigente en la tercera generación de cantautores chilenos. Junto a un puñado de hombres como Manuel García, Nano Stern, Chinoy y Gepe , por ejemplo, se destacan especialmente un grupo de cantautoras que podemos denominar como las nietas de Violeta Parra. Entre ellas figura su nieta carnal, Tita Parra y sus nietas artísticas: Francesca Ancarola, Magdalena Matthey, Elizabeth Morris, Camila Moreno, Pascuala Ilabaca, Vasti Michel, Daniela Conejeros y Natalia Contesse , entre otras. Nunca había habido tantas cantautoras activas en Chile ni con tan altos niveles de calidad.


Al mismo tiempo, en los dos Quilapayún y los dos Inti Illimani coexisten sus integrantes históricos con sus hijos e integrantes jóvenes. Lo mismo ocurre con Illapu y con Los Jaivas. Además, las bandas de rock graban sus propias versiones de los clásicos de la Nueva Canción Chilena, destacándose Chancho en Piedra, con su versión rockera de la Cantata Santa María de Iquique, de Luis Advis y Quilapayún.

1969.- Histórico festival que organizó la UC con el respaldo del rector Castillo Velasco. De izquierda a derecha aparecen Sergio Sauvalle, Richard Rojas, Raúl de Ramón, Ángel Parra, Orlando Muñoz, Alsino Fuentes, Patricio Manns, Víctor Jara, Martín Domínguez, Willy Bascuñán , Kiko Álvarez y Rolando Alarcón.

1 comentario:

Iván dijo...

Víctor
Coincido contigo en cierta tendencia de algunos "estudiosos" a rigidizar y delimitar fenómenos bastantes mas complejos que manifiestos o términos acuñados por uno u otro. Quizá con un deseo de reescribir la historia y/o pretendiendo ser parte de ella al reinventarla.
Museo o no la NCCH, el Canto Nuevo y el NN actual - Atenciòn "estudiosos" aqui hay un nicho para acuñar el nombre y pasar a la historia-, son y serán parte de nuestra historia y al mismo tiempo un alto desafió para las nuevas generaciones que no pueden pretender vivir eternamente a costa de ella sino que deben "crear" una continuidad y reflejo propios.
ºLº