domingo, mayo 12, 2013

José Vicente Asuar: No hay sonido que sea igual a otro


Tiempo de Balas

Los tejidos sonoros que ha creado José Vicente Asuar (1933) datan del nacimiento del pensamiento musical a fines de la II Guerra. Creador del primer computador que generó música en Chile (COMDASUAR), el pianista y compositor discípulo de Boris Blatcher en Alemania es hoy uno de los músicos menos populares, pero más consagrados en la escena atonal de la electroacústica mundial.


“Siempre hay nostalgias” es la frase que surge ante la pregunta que reza por el futuro de los cassettes y la tecnología análoga. En sus ojos parece haber una pequeña y casi imperceptible variación tonal. Entre verde y azul, la mirada de José Vicente Asuar (1933) camina en línea recta por los pasillos del cuarto piso de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile. Mira la hora sin aparente ansiedad y observa balcón abajo. “Pionero de la música electroacústica en Chile”, será quizás el enunciado que hallarán una y otra vez en los recovecos de Internet cuando pulsen su nombre para saber quién es.

Además de ser el gestor del primer estudio de sonidos electrónicos latinoamericanos en la Universidad Católica en el 58, creó el primer dispositivo “pensante” en Chile para generar música donde se mezclaba el lenguaje análogo y el digital, bautizado como COMDASUAR (1977), instalación que dejó de existir hace más de 20 años: “no tuve apoyo para desarrollarlo en alguna institución de docencia o investigación como me habría gustado”, explica el visionario chileno que oiría nacer con éxito sólo años después las derivaciones electrónicas de la música.

DESCONCIERTO EN LA MENOR

“Pío pío prrrr, pío pío prrrr” fueron los primeros sonidos desconcertantes que recuerdo haber oído. Los “Píos” subían de volumen al ritmo de mis repeticiones y los gritos de mi madre, quien pedía algo histérica que por favor apagáramos esa música tan “rara y horrible” que se desprendía entonces de las cintas de un cassette nuevo. La polluela composición correspondía a “En el jardín” (1985), bastante posterior a sus primeras creaciones electrónicas de 1959 en Variaciones Espectrales.

La primera vez que vi a Asuar se iba a reunir con unos alumnos en el contexto de concretar la presencia del músico en unas jornadas de Filosofía del Arte en octubre de 2011. Encuentro destinado para muchos de los duchos o truchos que quisieran ir a pensar en días hábiles.  Stockhausen, “Variaciones Espectrales” y “embelesados imaginistas” fueron palabras que circularon mientras me mantuve presente en el encuentro, seguramente mi cara sostenía alguna expresión ambivalente, mientras que el lenguaje bailaba confuso en mi memoria infantil junto al “Pío pío prrr”.

Sin tener claro de qué le podía hablar a este secreto e importante personaje de mi infancia, ingeniero civil, ex profesor de acústica y electroacústica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y en definitiva, el pionero de la música electroacústica en Chile, me dediqué a observarlo y conversar con él sobre su disciplina.

Las obras compuestas con atonalidades pueden ser desconcertantes para oídos… ¿se les puede llamar “oídos medios” u “oídos acostumbrados”? ¿cree que hay una mayor potencialidad en “este tipo de sonidos”?
-”La expresión” no depende de los medios que se utilicen para expresarse. Se puede hacer música muy expresiva utilizando solo el sonido de piedras, por ejemplo, como también utilizando sonidos de altura definida organizados en escalas y armonías de cualquier naturaleza. Ahora, si un oído está acostumbrado a escuchar sólo música popular que se basa mayormente en melodías y cadencias tonales, es comprensible que se sienta desconcertado ante otras formas de organizar los sonidos. La “expresión” depende del talento del que expresa y de la capacidad de comprensión del que escucha.

¿Considera que ha realizado una labor de rescate sonoro? En el sentido de traer de vuelta los sonidos primitivos y haber comenzado a contribuir al desarrollo del campo de la música electroacústica en Chile.
-Bueno, no sé si rescate sea el término. Sí me ha parecido algunas veces estar descubriendo nuevos sonidos, nuevas formas de pensar la música, nuevas formas de comunicarla.

¿Cuál será el futuro de la tecnología análoga en la música? ¿qué va a pasar con los cassettes? 
-Siempre hay nostalgias. Cuesta despedirse de lo conocido y querido para entrar en lo nuevo y a veces un poco hostil. Los cambios importantes generalmente se consolidan con los cambios generacionales. También hay que considerar que el cambio no significa el asesinato de lo cambiado. La cultura de una sociedad se asemeja al fondo submarino que absorbe e integra las distintas capas que se van depositando en él. En cuanto a su pregunta, sin duda en la música la tecnología digital es más potente y perfecta que la analógica.

Sus creaciones son principalmente de música electroacústica ¿por qué no instrumentales?
-Efectivamente, la mayor parte de mis obras son música electroacústica. Y es que además de músico soy ingeniero y crear tecnología para hacer música reunía mis dos grandes pasiones. Además, en la época de mi mayor producción en Chile –las décadas del 70 y el 80- había muy poca actividad en el tipo de música instrumental que me gustara. No tenía mayor estímulo para crear por ese lado.

¿Qué escucha?
-Tengo autores favoritos en todas las épocas y estilos musicales que conozco. Podría empezar mi lista con Monteverdi y continuarla hasta Boulez y otros. Sería una lista muy larga porque creo que ha habido muchos grandes creadores en la historia. Algunos con una gran cantidad de composiciones. Otros con muy pocas o quizás una sola. Algunos abriendo caminos, otros continuándolos y otros cerrándolos. Algunos susurrándote en el oído, otros gritándote. En cuanto a la música popular no es mucho lo que conozco.

OLOR A SINFONÍA

En la sala donde se realizaron las jornadas de filosofía, dos semanas después de la primera vez que lo vi, Asuar dijo que “una fragancia puede concebirse como una obra de arte”, su voz es tranquilizante. “Los sonidos eternos no dependen del tiempo”, mueve sus manos y los lentes colgantes se bambolean sobre su chaqueta beige de pescador “como dirigiendo la orquesta de un discurso extraño, pero sorprendente”, pienso.

“Incluso puede producirse una melodía de aromas, tiene que ver con la música concebida como un arte material o temporal”, sentencia en una de sus últimas frases pronunciadas aquel día. Entre pequeñísimas multitudes, pero multitudes al fin y al cabo, Asuar se desplaza lento como su voz, dejando atrás y en silencio el olor violáceo que flota entre las copas y los auditores, olor que podrá repetirse, a diferencia del sonido, porque si hay alguna frase que recuerdo a veces sin saber por qué, es que “no hay sonido que suene igual a otro”.

Actualmente, José Vicente Asuar se siente muy halagado ante las invitaciones y reconocimientos que ha recibido  gracias a su obra, “incluso en mi país”, asegura. “Los jóvenes están haciendo música nueva en nuestro medio lo están haciendo muy bien”, afirma uno de los músicos menos populares y más consagrados en la enigmática vida atonal de la música electroacústica, quien dice ser un admirador de la obra de las nuevas generaciones que están sonando.

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