miércoles, septiembre 19, 2012

Roberto Parra más allá de "La Negra Ester"

El Mercurio

"Yo creía que el genio de la familia era Nicanor , hasta que conocí a la Violeta. Claro que ahora me quedo con el tío Roberto". Las palabras que el archihomenajeado Nicanor Parra le atribuye a Manuel Rojas cobran sentido ahora que dos libros y una exposición demuestran la real valía del padre de las cuecas choras.

En Primera Persona


"La vida que yo he pasado" (Pehuén, 158 páginas) fue editado por María Eugenia Meza. "Somos amigas de toda la vida. El día que murió Roberto, ella llegó con el diario donde decía 'Se murió Roberto Parra'", dice la cuequera Catalina Rojas, viuda del músico y poeta. "Es un libro familiar, estamos todos. Incluso hay un texto mío", apunta. Se suman las dos hijas del matrimonio, Leonora, con un texto testimonial, y Catalina, con pinturas. Recuerdan, por ejemplo, que su padre las tenía convencidas de que debajo de cierto árbol vivían hombres en miniatura, y que les avisaba cuando tenían hambre, para que les mandaran migas.

Dicen que en su barrio -en Barrancas- no había funeral donde no cantara, y que una vez construyó en cartón una detallada maqueta de Chillán. También, que perdió 90 guitarras en su vida, y que adoraba las almejas, las cazuelas y las sustancias.

El libro posee numerosas fotografías desconocidas, e incluye un CD con grabaciones caseras de Roberto y Catalina haciendo cuecas, y una emotiva entrevista que Roberto le hizo a su madre en 1979. "Lo grabamos de una pura vez. Los dos se adoraban; cuando nos casamos, le fuimos a avisar a doña Clara y estuvo semanas llorando, porque era el hijo regalón", dice Catalina.

La grabación fue idea suya, y ella era quien le compraba cuadernos para que no perdiera las hojas sueltas. "Hay gente que me decía '¡Le estás cortando las alas!'. Pero él nunca dijo algo en contra, y escribía por horas", confiesa.

En el libro hay decenas de cuecas, sextetas y décimas del tío Roberto, pero también prosa en primera persona: habla del Golpe, de los burdeles y de su vida atorrante.

Cuenta que iba caminando de Lebu a Curanilahue, a buscar trabajo, cuando lo agarró un temporal. Se protege como puede: "Acurrucado al tronco de un árbol con la chaqueta sobre la cabeza, los pies como zaguán, las chancletas amarradas con alambres, los pantalones rajados por los espinos o donde me tocaba atravesar los alambrados". Lo encuentra un guardabosque: "Yo más o menos conocía esa parte. ¡Levántese y vamos andando!", escribe. Pero el funcionario se enternece porque un hijo le había salido "mala cabeza" como él, y le da ropa y hasta plata para el pasaje.

En el volumen aparecen versos autobiográficos y de amor por su esposa e hijas. Hay selecciones de "La Negra Ester", "Zafra" y "El Desquite", y están sus cuecas más famosas: "El chute Alberto" y "La vida que yo he pasado".

Conmovedores son los versos que dedica a su hermano-padre, Nicanor Parra, y la Décima a la muerte de Violeta: "Naciste predestinada/ Violeta de loh caminoh/ para cantarle al destino/ con el alma desolada/ con tu guitarra tallada/ fuiste creciendo en el campo/ con olorcito a cilantro/ a romero, yerba buena/ entremedio de verbenah/ baila el viento con tu canto".

Porque la relación con sus hermanos fue fuerte, dice Catalina: "Nicanor, Violeta y Roberto siempre fueron un trío. Nicanor los guiaba, incluso ya grandes, en la carpa de La Reina. No he visto a nadie que se quiera como ellos tres".



Sus cuecas zurdas

El Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional adquirió hace un par de años los 23 cuadernos manuscritos de Roberto Parra. Ahí encontraron más de 50 cuecas inéditas, que ahora son reveladas en "Soy zurdo de nacimiento" (Lom, 104 páginas), editado por Micaela Navarrete y Maximiliano Salinas.

"En el Archivo siempre nos interesó Roberto Parra, acá hay muchísimos documentos, desde la primera edición en papel roneo que hizo César Guapaya de 'La Negra Ester'. Todos los meses vienen chicos a revisarlos. Ahora, con el libro, cualquiera les puede poner música a estas cuecas", anuncia Navarrete, quien sostiene que la vocación atorrante del artista nació cuando tenía nueve años y lo mandaron a ser lazarillo de una cantora ciega con la que recorrió el país. Se consagró a los catorce, al iniciar su carrera de guitarrista en boliches y circos.

No todo es gracioso, en todo caso. Un ejemplo: "Silencio para los muertoh/ silencio en los panteoneh / alegría para el pueblo / en todos los corazoneh / Mandan a silenciar / como si juera / que se callen los rifleh / en las trincherah / en las trincherah ay sí / el pueblo canta / porque tiene un canario / en la garganta / Nosotroh cantaremoh / y venceremoh". Dice Navarrete: "Su poesía es bastante social. Él recoge la tradición popular: defiende lo ético, pero con ironía y sin lamentos. Ahí están sus ideales democráticos, claritos".
Para Salinas, ese saber decir es propio del roto, y cita la definición del escritor Juan Godoy: "El roto ríe seguro de su inmensa verdad; conoce el dinero como un medio y no como un fin en sí".

A su juicio, "toda la familia Parra encarna las características vitales del roto chileno, y su inmensa y fecunda cultura". Escribe el tío Roberto: "Qué triste es mi tristeza/ qué amarga mih alegríah/ forastero en mi patria/ estando en la tierra mía/ Soy esparta sin serlo/ y un cero a la izquierda/ pa lo capos mafiosoh/ un roto ´e mierda/ Un roto ´e mierda sí/ soy afuerino/ como no me detienen/ los asesinoh/ Y si me hacen callar/ por no dejar".


En tres dimensiones

En noviembre, la Biblioteca Nacional exhibirá la mayor exposición que se haya hecho de Roberto Parra. "Queremos que se vea su faceta más íntima y profunda, mostrar que es mucho más que 'La Negra Ester'. Será una exposición testimonial: presentaremos entrevistas que él dio, manuscritos (en la foto) y copias facsimilares. Queremos que él sea quien hable, porque él habla muy bonito. Tiene una forma única de decir las cosas, literariamente hablando", adelanta Carolina Tapia, curadora de la muestra. "Se manda unas frases filosóficas tan lindas y simples a la vez. Por ejemplo, dice 'Nicanor y la Violeta son grandes, yo no'. Y es agradecido de haber vivido tanto. 'Esta vida es la que me tocó, la que tengo que vivir y punto', dice".

En la exposición habrá abundantes objetos que pertenecieron al homenajeado, de la colección de su viuda. Todos serán icónicos. "Sería genial conseguirnos su sombrero", acota Tapia.

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