viernes, septiembre 28, 2012

Acampar en un festival, la otra forma de disfrutar la música en vivo

El Mercurio


Aunque en Europa llevan años realizándose, en Chile recién han comenzado a marcar una tendencia con el debut de Mysteryland en 2011 y la expectación que genera Maquinaria, prevista para noviembre próximo. Concebidos como una manera de vivir unas pequeñas vacaciones, los festivales con camping , como Lowlands en Holanda, esperan ofrecer una experiencia integral a sus asistentes.

Diego Rammsy S. desde Biddinghuizen, Holanda.

Las indicaciones estaban más o menos claras, o quizás los ciudadanos holandeses estaban muy bien informados. El primer extraño que esperaba el tren para regresar a su casa luego del trabajo manejaba perfectamente la información: desde las estaciones de trenes 't Harde y Lelystad había buses gratuitos de acercamiento hacia Biddinghuizen, una aldea que pertenece a la provincia de Flevoland y el lugar donde se realiza uno de los más importantes festivales musicales holandeses: Lowlands.

Colindante con un parque de atracciones con montañas rusas llamado Walibi, una ciudadela se erige cada verano a mediados de agosto para albergar a los 55 mil visitantes que llegan anualmente a Lowlands. Y los vagones de los trenes que se dirigían a las estaciones con buses de acercamiento lucían la amplia concurrencia que implica Lowlands: grupos de jóvenes, y no tan jóvenes, cargando mochilas y carpas iban sumándose a la caravana en cada estación. Al llegar a 't Harde un reluciente bus oruga y un amable chofer esperaban a que los campistas abordaran para dirigirse por las civilizadas carreteras holandesas, por media hora, al parque Walibi.

Lowlands es uno de los muchos festivales de música que implican camping que existe en Europa y este año celebró su versión número 20. Glastonbury y Creamfields en Inglaterra y Pukkelpol en Bélgica son otros de los tantos que se toman los fines de semana del verano europeo con sendas apuestas de música en vivo. En Chile, Mysteryland dio el primer golpe con una exitosa primera versión que reunió a 20 mil personas en el fundo de Picarquín -y que este año ya superó esa cantidad de boletos vendidos a meses de la fecha-, y Maquinaria dará el segundo paso en noviembre en Las Vizcachas. Sin duda, la tendencia está presente y con ansias de establecerse, claro que antecedentes existían, como Earthdance, marca que también celebró sus fiestas electrónicas en Picarquín en años anteriores y con zona de camping .

La experiencia holandesa
Se llega el jueves. Aunque el festival dura tres días, comenzando el viernes 17 de agosto en la reciente versión de Lowlands, se permite el ingreso al parque de los asistentes desde el día anterior. Y ese jueves 16, cerca de las seis de la tarde, ya era trabajoso encontrar un espacio en alguna de las siete zonas de camping que se extendían por 10 hectáreas cada una. Un mar de tiendas se descubría al caminar, ubicadas a centímetros entre ellas sobre un prado verdoso y húmedo con un leve aroma a estiércol, el mismo que provee a Holanda de excelentes carnes y lácteos y que se puede ver tapizando gran parte del territorio de las tierras bajas.

Cada uno de los sectores de camping , numerados con una torre, posee además una carpa con instalaciones higiénicas: lavatorios, W.C. y duchas con agua caliente, y sorprendentemente limpias al segundo y también al tercer día. Pero no sólo eso era motivo para alabar a los holandeses y su planificación. También cercana a la zona de camping ubicaron una tienda Hema, marca de retail holandesa que puso a disposición todo lo que pudiera ser necesario para los visitantes, desde una pasta de dientes olvidada, una útil linterna a bobina, e incluso hasta la carpa completa o el saco de dormir.

Las entradas para Lowlands se habían agotado en sólo dos horas a semanas del evento (55 mil boletos a cerca de $100.000 pesos chilenos). Y eso que el cartel, como cuentan algunos asiduos visitantes de festivales, nunca es tan increíble como el de Pukkelpop o Glastonbury en cuanto a nombres. Pero la gente va por el paquete completo: servicios, comida, variedad, calidad. Aunque también sería demasiado exigente decir que no le dan suficiente relevancia al line-up , porque en la versión 2012 contaban con varias bandas de moda como Wilco, The Black Keys, Bloc Party y Kasabian. Y de cabezas de cartel tuvieron a Foo Fighters y Skrillex en diferentes días. De ahí para abajo, la variedad era cuantiosa, abarcando casi todos los estilos, desde el rock de Eagles of Death Metal, pasando por el folk de James Vincent McMorrow, hasta la orquesta sinfónica de la radio de Holanda interpretando a Berlioz.

Con ocho escenarios musicales desplegados a través de las 35 hectáreas por las que se expande el festival exclusivamente -si se incluye el sector de carpas y de estacionamientos se sobrepasan las 100 hectáreas utilizadas-, Lowlands abre sus accesos cerca de las 10:30 de la mañana. Están indicados con unas enormes columnas que simulan chimeneas industriales en blanco y rojo. El cierre general cada día ocurría cerca de las cinco de la mañana, cuando se extinguía la música en el último de los escenarios, pero en la zona de camping , la fiesta era permanente: algunos instalaban parlantes bajo sus pequeños toldos y bailaban hasta el cansancio y otros destapaban latas de cerveza hasta hacer una pequeña montaña con ellas y encontrar cobijo a su lado al momento de dormir.

Tapones en los oídos y churros
La puntualidad de las bandas para salir a escena es cronométrica y la calidad se aplica con rigor en el sonido y en los equipos técnicos, capaces de lograr grandes momentos tanto en los detalles estilísticos de Wilco como en la apuesta visual de Skrillex. Y para ampliar el concepto de entretenimiento a una "experiencia integral" había un cine que pasaba documentales y películas, un teatro con butacas para dos mil espectadores, y una contundente oferta de comidas con más de cien puestos que incluía a todas las etnias posibles que emigran a Holanda (China, Vietnamita, Thai, India, Coreana), además de sitios de café, waffles, pie, helados e incluso churros. Para completar, había otros cientos de puestos de ropa, regalos, diseño, una oficina de correo, peluquerías, tatuajes, masajes, karaokes...

"Lo bueno de hacer un festival de varios días es que puedes dedicarle mayor tiempo a hacer cosas más lindas y que impliquen más trabajo, pues como se mantendrán por varios días vale la pena", dice Rakesh, parte de la productora ID&T holandesa y que está a cargo de echar a andar la primera versión del reputado Mysteryland en Dinamarca en 2013 y, al igual que en Chile, también con camping . Y su frase cobraba sentido luego de explicar que el sector correspondiente a invitados y prensa de Lowlands en el que se encontraba -un granero de seis metros de alto, de madera y con fardos de pasto- lo habían armado especialmente para la ocasión. Tal es la preocupación de los organizadores por hacerlo bien hasta en los más mínimos detalles. Por ejemplo, había dispensadores de tapones para los oídos por 2 euros con el lema "la música es divertida hoy y lo seguirá siendo mañana". También había un diario de circulación interna de 20 páginas con información de los shows, entrevistas y encuestas; hasta radio propia tenía.

Claro que en materia de seguridad los holandeses se llevan la carga ligera. A diferencia de las precauciones que se deben tomar en Latinoamérica, en Holanda el público actúa de manera respetuosa, sin invadir espacios prohibidos, sin hacer lo que se supone no se debe y obedeciendo al primer llamado de atención sin reparos. "Como personal de seguridad, usualmente este tipo de festivales recurren a equipos de fútbol amateur o a orquestas de barrio, de manera de ayudarles, pues les pagan por ser parte del staff ", explica Tim Drummen, un holandés de 29 años, infaltable asistente de Lowlands.

El domingo por la noche los más precavidos, o el lunes por la mañana la gran mayoría, comienzan la lenta retirada del parque Walibi. Desarmando carpas o simplemente dejándolas tiradas junto a toldos, toallas o colchones, la muchedumbre se va, a paso cansino y con mochilas al hombro, de vuelta a tomar el bus de acercamiento.

Los primeros pasos chilenos

Mysteryland Chile tuvo una primera versión que superó con creces las expectativas de los organizadores, y ahora, en la segunda versión, esperan trabajar varios aspectos para darle forma al asunto. "Aprendimos muchas cosas de la edición pasada. Además de mejorar lo que tiene que ver con calidad y entretención, debemos mejorar los servicios, aumentar las duchas, los baños y la cantidad de oferta de comida, pues esperamos incluso doblar la cantidad de público del año anterior", explica Irfan van Ewijk, el holandés que dirige la empresa ID&T y que, asociado con la productora local Streetmachine, produce Mysteryland. El año pasado recibieron 20 mil asistentes, y este año sólo en las primeras 24 horas a la venta ya habían vendido 15 mil boletos. Paula Romero de Entel, quien visitó Mysteryland Holanda en 2011, explica los cambios para este año: "Debido al éxito de la primera versión, se ampliará en 7 hectáreas el sector destinado a acampar y sólo habrá un tipo de ticket que permitirá a los asistentes llegar el viernes y retirarse el domingo".

"El camping es el mejor agregado a un festival de música, pero en Holanda tenemos un gran desafío por delante para obtener los permisos necesarios. Inspirados por lo ocurrido en Chile en 2011 decidimos expandir Mysteryland internacionalmente", explica Irfan. Por su parte, Maquinaria debutará este año con la posibilidad de acampar por las dos jornadas que durará el festival en el Club de Campo Las Vizcachas.

Para acampar en ChileMaquinaria. 10 y 11 de noviembre en Club de Campo Las Vizcachas.
 Mysteryland. 14, 15 y 16 de diciembre en Hacienda Picarquín.

Moneda propia

Tanto Lowlands como Mysteryland en Holanda y Chile, también Creamfields, poseen su propia moneda para ser utilizada dentro del festival. Fichas cuadradas de colores llamadas token o munten se convierten en el dinero oficial al interior de los recintos. Son canjeadas por dinero real en cajas humanas o en máquinas situadas en el recinto. En Lowlands, el cambio era de un munten por 2,5 euros. Con una ficha se podía comprar una cerveza y con dos un broodje (embutido de carne típico holandés). En la primera versión de Mysteryland en Chile también se utilizó la moneda propia y la equivalencia fue de un token por $2.000 pesos chilenos.



1 comentario:

maluma dijo...

La experiencia de acampar es increible en estos tiempos en el cual los jovenes estan tan sumergidos en la tecnologia es bueno que puedan salir al aire libre y pasar un buen momento en familia para mejorar la experiencia hay que tener lo mejor aqui puedes conseguir la mejor https://comprarcarpas.com