domingo, junio 12, 2011

Estadio Víctor Jara: El ocaso de un lugar emblemático para conciertos


La Tercera

El Estadio Víctor Jara cuenta cerca de dos años inhabilitado para espectáculos y hoy está consagrado a talleres recreativos. En los próximos días se definirá un modelo para reposicionarlo.

por Claudio Vergara

El 9 de octubre de 2009, la figura de Víctor Jara emergió sobre una de las paredes del estadio que lleva su nombre y se dirigió a las 3 mil personas reunidas en el recinto. En una pantalla, el video donde presenta uno de sus más bellos himnos, Luchín, antecedió la versión que luego despacharon Camila Moreno, Manuel García, Gepe y Chinoy en el concierto que ofrecieron en conjunto. Fue uno de los últimos temas que se escuchó en vivo en el lugar. Fue, a la larga, el último recital que cobijó antes de que se inhabilitara para el rubro, al no cumplir con una serie de normas decretadas para recintos de alta convocatoria.

Casi dos años después, a media tarde del pasado miércoles, la casualidad provoca que la misma canción salga de un parlante perdido en uno de sus rincones. La melodía resuena como eco fantasmal a metros de distancia, en la mitad de un corredor donde un grupo que ya sorteó la tercera edad practica gimnasia sobre unas colchonetas. En la cancha central, flanqueada por galerías desgastadas y una colorida imagen del artista, en el mismo espacio donde antes los cantautores reverenciaron su memoria, todo asoma vacío y en penumbra. Ahí la canción ya no se escucha.

Luchín marca el ayer y hoy del estadio Víctor Jara. Se oyó la última vez que fue utilizado para eventos masivos y suena hoy, cuando el reducto ya no es parte del circuito de espectáculos capitalinos y sólo sobrevive como un refugio para talleres recreativos, sin vida nocturna y casi anónimo entre el vértigo de Estación Central. Se trata del incierto trance que hoy atraviesa uno de los escenarios que mayor cantidad de shows recibió entre los 80 y principios del nuevo siglo, con cimas como las primeras visitas de Soda Stereo, las escalas de Charly García, el debut de Morrissey y Lou Reed, la deslumbrante primera vez de Kraftwerk y el festival SUE que tuvo a The Strokes y Kings of Leon.

Más allá de todo eso, es el sitio donde en 1973 fue torturado y asesinado Víctor Jara, lo que ha propiciado la visita de estrellas internacionales, como el guitarrista de Rage Against the Machine, Tom Morello o el cantautor estadounidense Devendra Banhart. Aunque siempre fue apuntado como un espacio con mal audio y discutibles condiciones de comodidad, los productores lo señalaban como una de las pocas salas capacitadas para recibir conciertos en invierno.

Un recinto difícil

¿Qué paso en el camino? Desde hace casi dos años, quedó impedido para organizar espectáculos y cerró sus puertas a la música. Como una fatal casualidad, su tragedia comenzó casi inmediatamente después de los días de 2003, en que sus administradores, Chiledeportes, decretaron su rebautizo como Víctor Jara -luego de llamarse Estadio Chile desde su fundación, en 1949- y suscribieron un convenio con la fundación del mismo nombre.

En 2005, la Dirección de Obras de la Municipalidad de Santiago lo inhabilitó para conciertos, al no contar con el trámite de recepción final de obra y al no cumplir con una serie de requisitos establecidos por la Ley de Urbanismo y Construcciones. Pero Chiledeportes, junto con la Municipalidad de Santiago y la Intendencia Metropolitana, se comprometieron a refaccionarlo, lo que permitió reabrirlo y fijar como plazo fatal para las mejorías el segundo semestre de 2009. "Pero nunca se hizo nada. Faltó voluntad de las autoridades de la época", dice Gloria Konig, directora de la fundación Víctor Jara.

Ante el nulo avance, la municipalidad oficializó su clausura definitiva para espectáculos en julio de 2009, permitiendo que se realizara un par de eventos ya pactados, como la cumbre que reunió a Chinoy y Gepe. Las condiciones básicas que no acredita el recinto se resumen en falta de accesos más fluidos; mayor distancia entre las butacas, y más espacio entre los peldaños de sus escalinatas, aparte de otras consideraciones en baños y pasillos. Además, hoy luce ciertos baches en sus techos, pese a que el terremoto de 2010 no mermó su estructura. "La municipalidad nos hizo observaciones y eso no se ha regularizado", agrega Konig.

Por su parte, Chiledeportes elabora un plan para destrabar la prohibición y reposicionar al estadio. Al interior de la entidad confirman que se trabaja en un modelo de gestión de administración y uso para determinar qué se va a arreglar y hacia dónde se destinará la inversión, ya que podría privilegiarse su función deportiva antes que cultural. Es que una de las causas que ha empantanado la fluidez de sus refacciones guarda relación con sus altos costos: se estiman en $ 2 mil millones. En las próximas semanas se realizará una reunión entre Chiledeportes, la fundación Víctor Jara y la Municipalidad de Santiago, para definir el modelo.

Pese a sus actividades de tono más privado -hay 14 talleres deportivos gratuitos-, sus regentes precisan que el lugar no está en desuso. "No está abandonado. Tiene un presupuesto que se ocupa en mantención y operación. Está funcionando a una capacidad que no es la óptima, pero lo está haciendo. No tiene los conciertos, que efectivamente generan recursos, pero tiene una función recreativa", dice su actual administrador, Héctor Alvarado.

Cierto auge del estadio en los 90 se debió no sólo a la falta de recintos, sino que también a sus bajas tarifas de arriendo: cerca de $ 1,5 millón, versus los $ 3 millones del Teatro Caupolicán, su más obvia comparación. Eso sí, distintos productores aseguran que los costos se encarecían ante sus escuálidas condiciones técnicas: no poseía un escenario propio, había problemas para instalar luces y sonido, y la ubicación de la tarima central era un acertijo. Si se montaba de frente a una de las tribunas, las del otro lado quedaban tras el escenario y su aforo se reducía a la mitad. Si se ponía al medio, todas las localidades quedaban en diagonal y no en frente.

"Era un lugar muy difícil, que requería trabajo desde lo técnico hasta los camarines. Además, surgieron otros superiores", cuenta Alfredo Troncoso -organizador de citas como el reencuentro de Inti-Illimani y Quilapayún-, en torno a la irrupción de opciones como Espacio Riesco o el renovado Caupolicán. Quienes más lamentan su presente son los músicos. Claudio Narea tocó ahí con Los Prisioneros y asegura: "Esto es una falta de respeto a la memoria de Víctor Jara. Es lamentable que no se quiera invertir, porque no lo recuerdo como un lugar particularmente bueno o malo, nada muy distinto a lo estándar".

Actualidad
Monumento nacional

El estadio logró ese categoría en octubre de 2009, cuando era cerrado a los shows. El estatus permite que no sea derribado o destinado a otros usos.

Talleres

En el lugar hoy trabajan 13 personas y se imparten talleres gratuitos de deporte y recreación. También se usará como albergue para el invierno.

2 comentarios:

cecilia dijo...

les cuento que hoy estuve ahí, haciendo un trabajo de investigación sobre el patrimonio, pero su estado como muy bien describen ustedes es desolador, pasillos fríos y solitarios, una cancha desierta y un personal con recelo hacia los investigadores luego de su visita.

eso fue lo que nos contaron, luego de su reportaje, todos los que trabajan ahí los "retaron" desde el gobierno, y por lo mismo nos pusieron mil y una trabas para entrar, también la mala atención de la recepción, que los altos mandos le pidieron que incluso nos acompañara como guardia para que no nos "metiéramos" en lugares que ellos no quisieran mostrar, eso me causo un gran descontento.
bueno me encanto el reportaje y ojala se conosca mas de este tema, saludos!

PUROCHILE dijo...

Estimada Cecilia, muchas Gracias por tu comentario, y por aportar sobre la real situación de este histórico recinto.
No esta demás comentarte que esta nota la extrajimos del diario La Tercera y decidimos incorporarla en este blog debido a lo trascendente que significa este recinto para la historia de nuestro país.