lunes, noviembre 01, 2010

“Piedra Roja”: Woodstock, the Chilean way

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La Nación


Marcos Moraga L.
Todos sumergieron la cabeza en baldes de ácido, todos alucinaron con tres días de trip sicodélico a cargo de Agua turbia y otros rockeros locales. O no. A 40 años del festival hippie más célebre hecho en Chile, una investigación ajusta el volumen de los hechos, mano a mano con los organizadores y asistentes del mito.

Una explosión recorría el mundo con leve retardo, justo cuando terminaba la década del 60. “La imaginación al poder”, escribieron los estudiantes franceses en mayo de 1968 y para su arribo a Chile la consigna ya tomaba un significado curioso: Piedra Roja. Un festival hippie, amasado en la memoria ansiosa de mitos populares, demonizado por la prensa de izquierda y conservadora, reinventado cada vez que se le puso, frente a frente, a un festival como Woodstock. La imaginación al poder, desde la primera nota.

“¿Cómo hablar de un Woodstock si la batería no tenía micrófonos, o si las luces eran tarros de leche?”, pregunta el periodista Antonio Díaz Oliva. Y problemas como esos están recopilados en “Piedra Roja: El mito del Woodstock chileno” (Ril Editores, 2010), que se presentará el domingo 14 de noviembre en la versión número 30 de la Feria del Libro de Santiago. Justo cuando se cumplen 40 años desde que un fundo de Los Dominicos alojó la mayor concentración hippie que registra Santiago, los días 11, 12 y 13 de octubre de 1970.

Díaz Oliva leyó la novela “Palomita Blanca” de Enrique Lafourcade, vio la película homónima del director Raúl Ruiz y escuchó esas impresiones de su madre de que en Chile hubo un Woodstock, que se llamó Piedra Roja y que fueron tres días de música flotando sobre un río de LSD. Entremedio, escribió su tesis sobre el tema. Barrió con todos los diarios chilenos, desde la primera vez que aparece la palabra “hippie” (“fue por el año 69”, dice). Y con dos años más de investigación, ya tenía lo más cercano a la reconstrucción del hecho sobre la alucinación.

“Tenía la idea de hacer una historia oral”, explica. “Pero las versionas chocaban demasiado y en hacer ese libro me iba a demorar 30 años por la cantidad de material. La idea siempre fue darle voz a quienes no han hablado nunca: los organizadores y los asistentes. Y también rescatar el testimonio de algunos músicos para decir que Agua Turbia no tocó, que Los Blops hicieron como cuatro canciones, que Lágrima Seca salía a tocar entremedio de todos y que Los Jaivas tocaron como una hora de pura improvisación sicodélica”.

Perdidos

De entrada, algunos datos que recopila “Piedra Roja”: todo partió como una actividad del Liceo Nº 11 de Las Condes para hacer un paseo de curso; sólo un día hubo de música; las drogas estaban lejos del pedigrí gringo; la asistencia -enfrentando versiones de prensa y asistentes- bordeó el número de los dos mil asistentes. Díaz Oliva dio con Jorge Gómez Ainsle, un hombre que en 1965 volvía a Chile tras estudiar en Inglaterra y que embarcó a sus compañeros en la organización de un festival de música al aire libre. Un par de pancartas en los colegios amigos, un par de cheques en garantía para conseguir la Hacienda Apoquindo –un fundo en el sector de Los Dominicos-, otro para el cableado, algún auspicio de Coca- Cola que se puso con el único toldo comercial en el peladero que sirvió para el concierto.

“Desde el primer momento, los grandes responsables de que esto se haya convertido en mito somos nosotros, los periodistas. La primera nota de prensa que aparece (en La Tercera) le cambia el nombre original del sector, que se conocía como ‘Piedra Rajada’ por una piedra que efectivamente, estaba partida, a Piedra Roja”, comenta Díaz Oliva. Las lagunas de la memoria difícilmente se le pueden atribuir, con exclusividad, a las drogas: “Según un asistente, Hugo Chávez, la gente les preguntaba por qué fumaban caca de caballo. Y por ese desconocimiento era fácil que la demonizaran y agrandaran su consumo en la prensa, o que la gente que tenía algo más fuerte, como anfetaminas, tuvieran malos trips”.

-¿Qué prejuicio te tuviste que sacudir?

-Como la gente de mi generación tenía esa nebulosa que todos tenemos sobre que hubo un Woodstock acá en Chile. En “Palomita Blanca”, Lafourcade escribe que el país ya estaba extremadamente politizado y aplica lo mismo a Piedra Roja, con una diferencia gigante entre los ricos y los pobres. Pero me quedó la impresión que no era tan así en este tipo de juventud. En prensa de la época él no se quemaba, pero da a entender que no fue. A la mayoría de la gente que fue no le gusta el libro porque dice que la gente, por ejemplo, ocupaba jeans, cuando, no sé, dos personas tenían jeans en Chile para ese año.

Que corra

El autor insiste en que este es un libro abierto: escenario dispuesto para que los perdidos, los que vieron y alucinaron con el llamado Woodstock chileno suban a tocar las notas extraviadas. Partió con la ayuda de Gonzalo Planet, autor del libro “Se oyen los pasos”, quizás uno de los pocos antecedentes documentados sobre qué pasó allá arriba en la Hacienda Apoquindo. Armó un Facebook. Y entre los que llegaron, apareció Paul Lowry, hijo de padres metodistas estadounidenses, quien llegó al festival con su cámara Leica para tomar el mayor registro fotográfico que se tiene del hecho.

“Y llegó gente diciendo que sí había visto a Aguaturbia y que había estado la raja y que la Denise bailó en pelotas y así. Ahí ya daba para descartar”, dice Díaz. La banda de Carlos Corales y Denise llegó hasta el fundo de Rosselot, vio el despelote, arrugó la cara con la tarima de juguete, se espantó con la amplificación de bingo y media vuelta. No tocaron. “Les pareció que era demasiado hippie”, cuenta el autor.

-Los músicos, la izquierda y la derecha, los medios. Si todos reventaron el recital. ¿Por qué nos llega la imagen idealizada?

-El tema es curioso. La prensa se explotó la imagen mala del festival. Y la de Lafourcade tampoco es la buena. Bueno, está la película de Raúl Ruiz. Y sobre todo, la necesidad que tenemos los chilenos de tener mitos. Preferimos la postal del primer día, donde efectivamente tocaron las bandas, al segundo día, donde ya llegaron los pacos y la prensa, y ocurrieron los robos y todo como que ya empezó a decaer. Nadie sabe del tercer día y el cuarto, donde hubo redadas cuando un grupo volvió al Parque Forestal y se los llevaron a todos presos.

-¿Es tan distinto a lo que hizo la prensa con los thrashers, o con los pokemones?, ¿O cómo cubre, por ejemplo, el cierre del Galpón Víctor Jara?

-La prensa siempre va un paso más atrás para captar las “ondas” en la juventud. Por el estado de la prensa en Chile y porque la juventud nunca ha tenido representatividad mediática en Chile. Cuando la ha tenido, no permanece. Piensa en los esfuerzos de revista Rolling Stone para instalarse, o la desaparición de la Zona. Con Internet es todo tan de nicho que la señora no ve la página real de los pokemones, la ve a través de las noticias de la tele.

-¿Podemos explicarnos eso desde Piedra Roja? Ahí es cuando la juventud aparece en los medios.

-Más que la juventud en general, creo que la prensa revienta a este tipo de juventud. En Estados Unidos, los hippies representaban la izquierda, pero acá teníamos una izquierda que los rechazó. Los hippies chilenos eran más relajados, reunidos más que nada por la música, con una primera y casi única explosión en Piedra Roja. Y después no tienen cabida más en los medios. Después de la elección de Salvador Allende desaparecen de los medios. El núcleo más duro, los que organizaron, como que desaparecieron. Se fueron de Chile, o se fueron a hacer artesanía a la playa. Juan Álvarez de Lágrima Seca se reinventó como prócer del heavy metal con Pánzer. Entiendo que hay un músico de Los Ripios que se hizo micrero. O la prensa, que publicó “Impacto, desaparecen niñas”, y gran escándalo. Y después, nunca más viste una nota”.

Por eso y otras razones, ahí donde se erigió el sueño de un Woodstock a la chilena, en el sector del Fundo Los Dominicos, ahora hay condominios con sus 4 x 4 y cableado subterráneo. La vista entrenada, sin embargo, puede llegar a dar con la “piedra rajada”, el único hito sobreviviente de una juventud borrada con el codo. Lejos, bien lejos, de cualquier similitud con las piedras rodantes que ahí se reunieron hace cuatro décadas. LCD
“Piedra Roja”: Woodstock, the Chilean way

1 comentario:

Art Kabuto dijo...

tuve el honor de hablar al respecto con Willy Cabada baterista original del grupo aguaturbia,quien me sacó de muchas dudas de este evento que actualmente tiene mas de ficción que realidad