domingo, octubre 24, 2010

Tócala de nuevo

Tócala de nuevoEdiciones de seis discos, tomas perdidas, libros de 500 páginas, entrevistas y DVD, fotografías inéditas: todo lo que la piratería no puede comprar. Corren días en que coinciden en el mercado restauraciones para los catálogos completos de John Lennon, Paul McCartney, Bob Dylan y Violeta Parra. ¿Se salvó el disco? Por ahora, los parlantes de la industria apuntan hacia el pasado.

Marcos Moraga L. La Nación Domingo


Cerca de novecientas horas, cinco meses, ocho horas diarias. A ese ritmo trabajó el ingeniero de sonido Miguel Bahamondes (43) en la restauración y puesta a punto de las grabaciones de Violeta Parra que hoy conforman su lanzamiento de catálogo. Un día completo para algunas canciones, cuenta, aplicando lupa sobre los armónicos, escudriñando silencios reales, avanzando a las entrañas mismas del sonido. “Había vinilos muy antiguos. La pasta sudamericana siempre ha sido muy ruidosa. Y tiene un costo personal alto”, comenta el hombre encargado de devolver esas canciones a la vida digital: “Te metes en un tema cargado. Violeta Parra es la artista más potente, y éste, yo considero, es el trabajo musical más importante que se ha hecho en Chile”.

La labor de Bahamondes es la primera hebra del trabajo de joyería que implica una reedición de catálogo. En paralelo corren la producción, la investigación y los recovecos comerciales, hasta dar con el primer box-set hecho y derecho, made in Chile: el catálogo casi completo de la cantautora de “Gracias a la vida”, lanzado por Oveja Negra y la Fundación Violeta Parra. “Es mi trabajo más importante”, dice, y coincide con la relevancia que ha adquirido para la industria de la música, durante los últimos años, la reedición de material. Aunque -a diferencia de lo que pasó con Violeta Parra- el rescate de discos viejos está menos dirigido a la obra: acá, quien intenta la maniobra de salvataje es la industria del disco. “¡Reedita, reempaca, reempaca! / Revalúa las canciones / empaca doble con una foto / pistas extras y una tapa chabacana”, cantaba Morrisey, con el sarcasmo brotándole a chorros, en “Paint a vulgar picture”. Y alguien, décadas después, se lo está tomando muy en serio.

La vía de la restauración

Jimi Hendrix reactivó su llama en marzo de este año, con la reedición de sus tres discos de estudio y la recuperación del (casi) inédito “Valleys of Neptune”. A finales de septiembre apareció un remasterizado “Faith” (original de 1987) de George Michael. “Exile on Main Street” de The Rolling Stone volvió a las calles el 17 de mayo, con ediciones que sumaron documental y libro de 500 páginas. El 2 de noviembre, Paul McCartney sacó una edición remasterizada de “Band of the run”, su primer disco con Wings de 1973, y con ello inauguró su serie “The Archives Collection”, mediante la cual publicará todos sus discos tras el cisma Beatles, con tratamiento sonoro cortesía de Abbey Road. Bandas tan distintas como The Kinks, Pearl Jam, Pixies y Pantera también avanzan por la vía de la restauración.

“El formato físico ha sufrido bastante los últimos años. Relanzar catálogos de artistas emblemáticos tiene que ver con rescatar la obra de esos músicos y darle al público la posibilidad de adquirirla remasterizada, en empaques diferentes, en box-sets, o con un libro. Queremos reencantar al público, con los artistas que han marcado la historia de la música”, comenta el jefe de ventas de EMI Music, Gonzalo Ramírez.

En estas canchas, siempre ayuda un aniversario. Este 2010 se cumplen 40 años desde la muerte de John Lennon, yuxtapuesto a su natalicio número 70. El vecino ilustre de Nueva York coronó su año con la reedición de sus cinco discos como solista, una nueva antología de singles (“Power to the people”) y la venta del paquete completo en la “Signature Box”, que suma además tres discos grabados a dúo con Yoko Ono (“Some time in New York City”, “Double fantasy” y “Milk and honey”).

El año de Lennon sucede al año de The Beatles. El 9 del 9 del 2009, los fab four volvieron a las tiendas y reseñas de revistas por la reedición completa de su catálogo, con versiones en audio monoaural y estéreo. Sumando las ventas de cada disco, los de Liverpool boletearon, aproximadamente, 30 mil ejemplares sólo en Chile. Les queda otro zarpazo: el 20 de octubre aparecieron a la venta en Chile las antologías conocidas como “el rojo y el azul”, que reúnen el canon beatle agrupado en dos períodos, el primero entre 1962 y 1966 y el segundo con la producción entre 1967 y 1970.

En el mundo, todo el proyecto de reedición para The Beatles sumó 13 millones de discos vendidos en un año. El golpe confirma el interés de la industria por amarrar un espacio inmune a la piratería. Pero también, siempre listo a los precios altos -son ediciones de lujo- y que tiende a quitar jerarquía entre las labores de los sellos por la promoción de nuevos artistas.

“Es complejo. Y por las particularidades del mercado chileno, tiende a centrarse en nombres grandes. Incluso, para una edición de lujo, por ejemplo, de The Travelling Willburys, sólo se trajeron 50 unidades. Y hay otros sencillamente que, por costos, no vamos a traer, como por ejemplo el box-set de ‘Papito’ de Miguel Bosé -que viene hasta con un bolso de mano diseñado por David Delfín- o una caja que editó hace poco Mago de Oz”, comenta el gerente de marketing de Warner Music, Juan Domingo Muñoz.

No mires atrás

Otro es el caso de Bob Dylan: el trovador de Minnesota ha construido una carrera paralela con la publicación de sus descartes y discos en vivo, grabaciones no oficiales que en adelante fueron bautizadas como bootlegs. El término se hizo extensivo para todos los artistas y el autor de “A hard rain’s gonna come” acaba de publicar “The bootleg series 9: The withmark demos”, donde reunió 47 tomas crudas extraídas de sus primeras grabaciones, todas registradas antes de soplar 24 velas.

En esta pasada, Dylan juega también la misma carta de sus contemporáneos del submarino amarillo: “The original mono recordings” (Sony Music, 2010) reúne sus ocho primeros discos con la salida de audio mono para la que originalmente fueron pensados. El empaque de gala es la muestra del tratamiento que reciben las reediciones: fotos inéditas, ensayos del crítico cultural Greil Marcus, edición en vinilos, extras y un envoltorio que replica sobres de los viejos LP.

Warner Music, por su lado, ya probó el camino de la reedición de catálogo nacional. A fines de 2009 sacaron al mercado mil 400 cajas de cuatro discos con las canciones de Víctor Jara. El mismo trabajo ya había circulado con La Nación, anotándose con 26 mil unidades vendidas. Un número muy por sobre las ventas locales que hoy maneja la industria, que ya suelta un disco de oro por cinco mil copias.

¿No era que la gente ya no gastaba en discos? El box-set en mono de The Beatles se vende en Feriamix a más de 200 mil pesos. Pero acá sucede que hay un público dispuesto a hacer sonar la billetera y hacerle el quite al pirateo desde internet: “Es el mismo nicho que ha hecho crecer la importación del vinilo, o el coleccionista que le gusta el formato físico, incluso también para el que sólo está interesado por el objeto”, comenta Juan Domingo Muñoz.

“Esto funciona con artistas emblemáticos. Íconos como Lennon o McCartney tienen discos que la gente siempre busca. No son moda, no van a desaparecer. Es importante para la industria, que nunca ha podido mantenerse del hit del momento”, comenta Ramírez de EMI. Existen iniciativas, a propósito, como The Wolfgang Vault (www.thewolfgangvault.com) que ofrecen un archivo de proporciones ridículas, rico en el audio completo de conciertos nunca editados, de acceso gratuito para mucho material. En coherencia con los mandamientos de la reedición, su mayor ingreso viene de la memorabilia del rock.

Y está, claro, el problema de la integridad. Bandas como Radiohead siempre huyeron de las reediciones, hasta que salieron de EMI y vieron cómo su antigua compañía hacía la Navidad con “empaques de lujo” de su catálogo nunca aprobados. En el caso de un artista asesinado, como pasa con Jara, son pocas las posibilidades de consultar cómo les gustaría reaparecer. Bahamondes, el ingeniero a cargo del rescate de Violeta Parra, aporta: “Me meto tanto en la música, que la música sola me lo pide. Me compré vitaminas, comí ensaladas. Adivinaba que el esfuerzo físico iba a ser tremendo. Pero estaba seguro que trabajaba en el documento histórico más importante de la música chilena”. Aunque no todos los esfuerzos tengan objetivos patrimoniales de esa altura, una porción importante de la industria está capeando la crisis con armas del pasado. La salida de emergencia, en este concierto, está por atrás. LCD

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