domingo, septiembre 12, 2010

¿Qué es música chilena? ¿De qué estamos hablando?- Juan Pablo González

Los dejamos con este ensayo publicado en la edición de hoy de El Mercurio, escrito por Juan Pablo Gonzaléz, sobre que es realmente la música chilena, y sobre lo que realmente se busca defender en la propuesta ley sobre el porcentaje mínimo de música chilena que se debe transmitir en las radios de nuestro país.
Esta nota también trae una encuesta sobre las 3 mejores obras de música chilena popular y docta; y un apéndice estadístico de la SCD sobre la presencia actual de la música chilena en las radioemisoras


Repercusiones Crece la discusión acerca del proyecto de ley sobre la difusión de nuestra música en las radios:
¿Qué es música chilena? ¿De qué estamos hablando?


Tonada, cueca, cumbia de todo tipo hecha en el país, y bastante música mexicana compuesta en la zona central ... Pareciera que lo más urgente es definir que la música chilena no es sencillamente la hecha en Chile. La tarea de fijar un patrón común no es tan simple como parece.


Juan Pablo González Universidad Católica de Chile
Cuando hablamos de cine chileno, de teatro chileno o de literatura chilena, nos referimos a un grupo de realizadores, elencos y obras, a determinados circuitos, festivales y editoriales, y a ciertos contenidos, corrientes y problemáticas más o menos claras de identificar. Sin embargo, cuando hablamos de música chilena ¿de qué estamos hablando? Para algunos, hablamos de toda la música que producen los músicos chilenos; para otros, de la tonada y de la cueca. Ambas concepciones están implícitas en la actual discusión sobre el fomento a la difusión de nuestra música en la radio, ya sea por sanción o por estímulo.
Sin embargo, la definición de música chilena no es tan simple como parece. Por un lado, la participación de creadores y de cocreadores o intérpretes en la práctica musical, y por el otro, la extraordinaria capacidad del músico chileno de absorber cuanta música le ha pasado por delante dificultan la delimitación de la música que nos interesa fomentar.
Ya sea el posrromanticismo alemán o el impresionismo francés; la música de baile cubana y colombiana; o las distintas vertientes del rock y de la música electrónica; todo eso ha sido creado e interpretado por músicos chilenos y está protegido por el derecho de autor. En la actualidad, hablar de "música chilena" es hablar de compositores santiaguinos adscritos a corrientes estructuralistas centroeuropeas; de festivales de música gitana en el Galpón Víctor Jara, y de mariachis de Rancagua. Para efectos de la ley en discusión, todo esto y mucho más podría ocupar el 20% de la programación radial nacional.
Las grabaciones de grandes músicos chilenos, como Claudio Arrau o Verónica Villarroel, quedarían fuera de esta promoción, pues casi no interpretan "música chilena". Incluso, Antonio Prieto y, en especial, Lucho Gatica tampoco serían muy favorecidos con la nueva ley, pues son muy pocos los boleros de autores chilenos que grabaron. A cambio, escucharíamos más balada romántica made in Chile , cumbia de todo tipo hecha en el país, y bastante música mexicana hecha en la zona central. Toda esta "música chilena" sería beneficiada por la ley en discusión, la que en rigor, debiera llamarse ley del músico chileno, que es quien realmente la necesita, sin importar el origen ni el destino de la música que haga.


Tonada y cueca


Como el proyecto de ley enfatiza el tipo de música a difundir, no quiénes la difunden, tendremos que ponernos de acuerdo, entonces, sobre la música a la que nos referimos cuando hablamos de música chilena. Al menos existe consenso de que la tonada y la cueca representan muy bien lo que es o debiera ser la música chilena. Detengámonos, entonces, en los atributos que las hacen tan chilenas y busquemos esos atributos en los otros tipos de música que queremos fomentar.
Tanto la tonada como la cueca tienen influencias y hasta procedencia foráneas, lo que entonces no debiera ser impedimento para catalogar de "chilena" el sinfín de música extranjera que se hace en el país. Sin embargo, su presencia en nuestro suelo es bicentenaria, de modo que sus procesos de uso, adaptación y cambio fueron paralelos al proceso de conformación de una idiosincrasia chilena forjada en la zona central. Es más, cabe pensar hasta qué punto la tonada y la cueca, mientras se constituían como tales, no iban también forjando el carácter, el humor y hasta el modo de amar del chileno en los albores de la República.
Por aquel entonces, se practicaban en el país otras danzas llegadas desde afuera, como el cuando, danza folclórica argentina derivada de la gavota francesa, traída a Chile por las bandas del Ejército Libertador. El cuando se transformó en baile nacional antes de que fuera desplazado por la zamacueca en la década de 1840. No todos los géneros folclóricos de comienzos del siglo XIX lograron participar de la construcción de la subjetividad del chileno -su modo de sentir, su corporalidad, su forma de pensar-, como lo hicieron la tonada y la cueca. De este modo, necesitamos de la perspectiva que nos otorga el tiempo para saber finalmente cuál de toda aquella música que se compone y se toca hoy en Chile pasará la prueba de la historia, influyendo en nosotros tal como nosotros hemos influido en ella.
El folclor chileno cuenta con otros géneros vigentes y revividos, a los que se suman: la música de los pueblos originarios; la mediatización del folclor realizada por folcloristas y conjuntos, y el uso de toda esta música por la música docta, el jazz, la fusión y las distintas corrientes de la música popular. Con todo esto, ya tenemos un universo musical respetable y de carácter patrimonial sobre el cual basar nuestra definición y fomento de la música nacional.


Introspección y mezcla


Sin embargo, no todo lo que se percibe como culturalmente chileno lo es por la presencia de raíces folclóricas. Hay rasgos como la introspección y la melancolía, la sobriedad y la capacidad de mezcla de influencias diversas, que también forman parte de la identidad nacional y que pueden ser muy bien expresados y construidos desde la música. La obra de Alfonso Leng, por ejemplo, se percibe como chilena a pesar de no poseer un ápice de folclor en ella, a diferencia de lo que ocurre con la música de Enrique Soro y de Pedro Humberto Allende. Cabe preguntarse, entonces, si la música de Leng ha llegado a convertirse en chilena por la fuerte melancolía que encierra y por su carácter híbrido, ya que hace confluir influencias francesas y alemanas, muy apreciadas en Chile y difíciles de ver integradas en Europa.
Algo similar sucede con Los Ángeles Negros, pues sus canciones no sólo exacerban la tristeza de la balada romántica, sino que mezclan la balada y el bolero con el formato instrumental del rock. A pesar de que Alfonso Leng nunca enseñó composición y que Los Ángeles Negros se radicaron en México, ambos crearon escuela en Chile, un buen indicio para determinar cuál es la música que merece ser llamada chilena.
Si de mezclas se trata, tanto Violeta Parra, que tocaba ritmos chilotes en charango, como Los Jaivas, que cantan a Neruda en ritmo de malambo con batería de rock, constituyen modelos principales de las mezclas en la música popular chilena. Dicha tendencia ha sido inspiradora para más de tres generaciones de cantautores, que han expandido las mezclas, y para toda una corriente de música independiente que mantiene cierta lejanía de la industria musical, pero que no por eso debiera estar lejos de los afanes de difusión de la música nacional.
Provenir del folclor vigente y rescatado o basarse en él, manifestar rasgos idiosincrásicos y crear escuela son indicios que nos permiten definir una música como chilena y no sencillamente como hecha en Chile, que no es lo mismo ni debiera ser igual. Si queremos favorecer a los músicos chilenos, que tanto lo necesitan, apoyemos entonces la difusión de su trabajo y la generación de derechos que eso conlleva. Si, en cambio, queremos fomentar la música chilena, continuemos la reflexión sobre su naturaleza, identifiquémosla y apoyemos su radiodifusión. Eso también genera derechos y produce trabajo para los músicos, aunque no para todos. ¿Ley de difusión de la música chilena o ley de protección al músico chileno? Es mejor llamar las cosas por su nombre.


Encuesta:


Carmen Luisa Letelier
Popular:
El canto a lo divino (autor anónimo).
Las tonadas de Vicente Bianchi.
Las Anticuecas de Violeta Parra.
Docta:
"La muerte de Alsino", de Alfonso Leng. (Basado en la novela de Pedro Prado).
"Los sonetos de la muerte", de Alfonso Letelier. (Basado en la obra de Gabriela Mistral).
La ópera "Viento Blanco", de Sebastián Errázuriz.


Luis Orlandini
Popular:
"Cantata Santa María de Iquique", de Luis Advis.
Toda la obra musical de Violeta Parra (si tuviera que decir una: "Gracias a la vida").
Toda la obra musical de Víctor Jara (si tuviera que nombrar una: "Te recuerdo, Amanda").
Docta:
Poema Sinfónico "La voz de las calles", de Pedro Humberto Allende.
"Friso Araucano" (7 Canciones para Soprano, Barítono y Orquesta), de Carlos Isamitt.
"La muerte de Alsino", de Alfonso Leng.
Es muy complicado esto de nombrar tres de cada género, de hecho, lo de Luis Advis cruza bastante los géneros.


Juan Pablo Izquierdo
Es muy complicado escoger solamente tres obras. He optado por nombrar tres de excelencia, sin que esto signifique que sean las mejores dentro de un repertorio lleno de obras significativas.
Popular:
"Gracias a la vida", de Violeta Parra.
"La noche de Chillán", de Vicente Bianchi.
Grabaciones de Margot Loyola.
Docta:
"Preludios dramáticos", de Domingo
Santa Cruz.
"Sinfonía N° 1", de Juan Orrego-Salas.
"Amerindia", de Leon Schidlowsky.


Sylvia Soublette
Es bien difícil de nacionalizar la música. ¿Entendemos por música chilena la folclórica tradicional o la realizada por los cantautores en la época de la Unidad Popular? Porque entre la música docta chilena, de siglos pasados, puede que encontremos algunas muy parecidas a las compuestas en algún país europeo.
Popular
Toda la obra de Violeta Parra y Margot Loyola.
Inti Illimani y Víctor Jara del tiempo de la Unidad Popular, época en la que, de verdad, se creó música de buena calidad.
Docta (la que irá a pasar a la posteridad)
"Los vitrales de la anunciación", de Alfonso Letelier. (Basado en la obra de Paul Claudel).
La ópera "Viento Blanco", de Sebastián Errázuriz.
Toda la obra de Andrés Maupoint, uno de los compositores más jóvenes; creador entre otras piezas de "Los ángulos de
un círculo".


Benjamín Mackenna
Popular:
Por cercanía parto por el folclor:
"Ay, Ay, Ay", de Osmán Pérez Freire. Como Plácido Domingo, todos los grandes tenores la han cantado.
"Gracias a la vida", de Violeta Parra.
"Sufrir" es quizás la canción más famosa del versátil Pancho Flores del Campo.
Docta:
Tonadas, de Pedro Humberto Allende.
"Sinfonía romántica", de Enrique Soro.
"Los vitrales de la Anunciación", de Alfonso Letelier.


Juan Orrego-Salas
Es complejo para la larga historia de mi vida (92 años) limitarme a tres, aunque procuraré hacerlo con los
compositores.
Popular:
"Gracias a la vida", de Violeta Parra.
"Plegaria del labrador", de Víctor Jara.
"La rosa de los vientos" o "América novia mía", de Patricio Manns.
Docta:
"Los vitrales de la Anunciación" o "Sonetos de la muerte", de Alfonso Letelier.
"Sinfonía para orquesta de cuerdas", de Domingo Santa Cruz.
"Cuarteto de cuerdas N {+o} 4" o "Sinfonía N {+o} 1", de
Gustavo Becerra.


Max Valdés
Apoyo la ley. Me parece importante, sobre todo para la creación musical y
su difusión.
Popular:
"Gracias a la vida", de Violeta Parra.
"Te recuerdo, Amanda", de Víctor Jara.
"El galgo", de Inti Illimani.
Docta:
"La voz de las calles", de Pedro Humberto Allende.
"Tres aires chilenos", de Enrique Soro.
"Los vitrales de la Anunciación", de Alfonso Letelier.




¿Cómo define la SCD la cantidad de música chilena que se toca en la radio?
Consultamos a la Sociedad Chilena del Derecho de Autor y esta fue la respuesta: "La Ley de Propiedad Intelectual establece que todas las radios del país deben informar sus planillas de ejecución , con el detalle de todos los temas emitidos diariamente, las que son enviadas a SCD.
Estas planillas indican lo que cada radio tocó en el período, canción por canción. En base a estas planillas, SCD procesa los datos, para fines de distribuir los derechos recaudados, tanto a autores nacionales como extranjeros. Un resultado que también se obtiene de este proceso es el de los porcentajes de música extranjera y nacional tocada en cada emisora. En promedio, la música nacional oscila, desde hace ya una década, entre el 8 y el 10% ."
Respecto a lo representativo de la muestra, se considera que existen radios y sus respectivas repetidoras a lo largo del país, por lo tanto el número de emisoras es bastante menor. Archi tiene cerca de mil radios asociadas y, de esas, un gran número corresponde a repetidoras. En todo caso, se procesa la información de todas las radios del país que cumplen con la información legal, sostiene la SCD..




1 comentario:

Anónimo dijo...

Los músicos chilenos y su labor creativa, superan bastante a esa aberración que es el reguetón.