lunes, diciembre 05, 2016

Adiós a Miguel Letelier Valdés: compositor, organista y profesor

El Mercurio

El premio nacional de música 2008 murió el sábado en la madrugada. Apreciado por sus pares, deja un importante legado.  

Romina de la Sotta Donoso 

Tenía 77 años de edad y era reconocido y respetado por sus pares como un músico integral. Destacado organista, ingenioso compositor y profesor aplicado, Miguel Letelier Valdés era hijo de Alfonso Letelier Llona y hermano de Carmen Luisa Letelier, los tres reconocidos con el Premio Nacional de Música.

Miguel Letelier murió el sábado, a las 00:30 horas, como consecuencia de un cáncer de pulmón que le diagnosticaron en febrero. Su funeral se realizó el domingo, después de una misa a las 15:00 horas en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús (El Bosque 822).

"Como ser humano era de una generosidad increíble, ayudaba a mucha gente sin decir nada. También era muy sencillo, nunca trató de imponerse o destacar", comenta Carmen Luisa Letelier. "Era un gran compositor, y muy original. Estos últimos días se han tocado varias obras suyas. Eso lo supo y lo puso muy contento", agrega.

El 7 de noviembre el Ensamble Bartók interpretó "Chajnator. Una ventana al infinito" (2015); el día 21 se programó su sarcástica "Cantata Inmobiliaria" (2013) en el Festival de Música Contemporánea UC; y tanto ayer como el viernes la Filarmónica de Santiago tocó "Instantes" (1966), probablemente su pieza orquestal más importante.

"Estaba planeando hacer una orquestación más grande de 'Chajnator', porque su primo Max Valdés le dijo que le gustaría escuchar cómo se oiría, y eso lo entusiasmó mucho...", revela su hermana Carmen Luisa.

"Fue un gran organista, de los más grandes que ha tenido Chile, y formó a muchos de los organistas que hoy están activos. Le preocupaba la situación de la música religiosa en Chile, especialmente el fortalecimiento del canto gregoriano en la liturgia católica. Y también fue un gran compositor, con una notable sensibilidad para manejar el color y versatilidad para usar diferentes lenguajes musicales", apunta el musicólogo Luis Merino, académico de la Universidad de Chile. "Su música es muy buena, de altísima calidad y hecha con mucho oficio, sensibilidad y gusto", añade.

Además de ser miembro de número de la Academia Chilena de Bellas Artes, Miguel Letelier fue profesor de órgano y composición en la U. de Chile. Uno de sus discípulos es Ítalo Olivares. "Era excelente como organista y como profesor; abarcaba toda la literatura musical y era un compositor muy bueno", dice, y anuncia que dará un recital de homenaje a Letelier el 16 de diciembre, en los Padres Franceses de Valparaíso, es decir, en el Cavaillé-Coll que su maestro consideraba uno de los dos mejores de Chile. Abordará "La natividad del Señor" de Messiaen, porque "él la apreciaba y era fanático de Messiaen".

Letelier incluso estudió con el genio francés cuando estaba becado en el Instituto Torcuato di Tella, en Buenos Aires, al igual que con Ginastera.

Después tendría una brillante carrera como organista en Argentina, que se vio truncada cuando se accidentó un tobillo (los pedales del órgano son tan importantes como el teclado).

Las mejores grabaciones históricas de su quehacer como organista las recopiló en un CD que publicó en 2014 la Academia de Bellas Artes, y entre otros, el guitarrista Luis Orlandini y el pianista Jorge Hevia han grabado obras suyas.

Antes de estudiar música, Letelier ingresó a Ingeniería Forestal en la U. Austral. Sólo cuando oyó tocar al famoso organista y compositor argentino Julio Perceval se decidió por ese instrumento. Él fue su maestro y, según contaba, le enseñó que un compositor debía ser capaz de escribir en todos los estilos. Y por eso él era tan ecléctico. "Como medio expresivo uso todos los elementos de la música contemporánea. Si necesito una serie de doce tonos, la uso; si requiero algo aleatorio, también. Si necesito un acorde de Do Mayor, lo empleo. No tengo ninguna atadura", declaró a "El Mercurio" en 1999.

Otra característica singular de este músico fue su enorme afición científica. Le encantaban la ecología y la botánica, y en su casa de Aculeo tenía incluso una pequeña estación pluviométrica. Su amor por la naturaleza, decía, se lo había enseñado su padre.

Letelier también abogó por el rescate de los valiosos órganos que existen en Chile, y tuvo un rol capital en que hoy conozcamos una de las obras más relevantes de Violeta Parra. Él transcribió "El gavilán".

"Miguel iba a la casa de ella, ella se la cantaba y él la iba escribiendo. Y después se la inscribió para que no se la robaran. Con Violeta Parra tuvieron una gran amistad. Ella lo quería mucho", recuerda Carmen Luisa, su hermana.

"Él ya había entregado todas sus partituras a la Biblioteca Nacional, e hizo varios discos de su música. Todavía quedan cosas por hacer, yo trataré de grabar lo que no está grabado", cierra.

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